martes, 30 de octubre de 2018

El disco de la semana 39: Michael Jackson - Bad




El síndrome del segundo disco afecta a todos los músicos en mayor o menor medida. Está motivado por la presión de la discográfica por entregar un segundo disco rentable y poco arriesgado. Si el primer disco ha sido un éxito, la presión para que el siguiente vaya en la misma línea será asfixiante, a lo que el grupo generalmente responderá con un disco totalmente diferente, lo cual podría truncar su posible carrera emergente si no logra el éxito esperado. Si, por el contrario, el primer disco ha sido un fracaso, el segundo se convierte en la última bala disponible para lograr un disparo certero en la diana del éxito.


¿Y qué tiene que ver esto con "Bad" de Michael Jackson? No es un disco de debut, tampoco segundo disco, y lo firmaba un artista consagrado y de larga trayectoria. Tampoco saco este tema a colación porque tuviera que sufrir las comparaciones con su antecesor Thriller. La respuesta es que el síndrome del segundo disco pueden sufrirlo también los aficionados a la música.

He tenido la inmensa suerte de crecer en un entorno familiar en el que la música siempre ha ocupado un lugar privilegiado. Mi padre ha sido siempre un gran amante de la música, y crecí escuchando a Juan Bravo, Julio Iglesias, Manolo Escobar y tantos otros. El hábito de escuchar música a todas horas me viene de esta influencia, pero ese año marcó el comienzo de mi propia colección de discos y mis preferencias fueron por caminos completamente diferentes.

Tras un primer disco de debut del que posteriormente renegé durante años ("The Final Countdown" de Europe, disco de la semana 26 en 7dias7notas), la presión de acertar de pleno con el segundo disco era para mí asfixiante. Sin mucho dinero para arriesgar y no acertar en la elección de discos, y sin la ayuda de Internet para escuchar temas más allá del single de lanzamiento, había que afinar mucho y procurar no equivocarse en la elección. Y aunque dudé hasta el último momento si decantarme por el "Faith" de George Michael, acabé renegando de la fé para unirme a la banda del "Malo" que bailaba en la estación de Hoyt-Schermerhorn, en el barrio de Brooklyn de Nueva York.

La presión desapareció con la primera escucha, y la sensación de alivio fue enorme al comprobar que a la segunda había dado justo en el blanco. Algo parecido debió sentir él al entregar por fin esta colección de 10 canciones (11 en el formato CD), cargado con la responsabilidad de presentar un disco que estuviera a la altura de "Thriller". Billie Jean y vídeos de zombies aparte, para mí no hay color entre los dos discos, "Bad" es el disco más moderno, trabajado y completo que Jackson entregó jamás. La complejidad del proyecto se hace visible si recurrimos a las cifras: Se trabajó en 70 canciones que se fueron descartando hasta llegar a las 10 elegidas, que sufrieron más de 80 mezclas hasta dar con la mejor versión de cada una de ellas.

Para Bad, la canción de arranque y de título del álbum, se planeó un dueto con Prince, pero el genio de Minneapolis se bajó del proyecto en el último momento. Como fan de ambos artistas, me habría hecho ilusión que ese dúo hubiera existido, pero viendo el resultado final de Bad me cuesta imaginar que hubiera sido mejor con dos cantantes. A destacar el solo de teclado de Greg Phillinganes, simplemente memorable.

The way you make me feel es posiblemente la canción más pegadiza del álbum, aportando un interesante híbrido entre una melodía soul y un ritmo funky que la batería electrónica lleva casi hacia lo industrial, mientras los teclados de fondo rebajan el conjunto para hacerlo más melódico. La transición de teclado es de nuevo un ejercicio del ritmo funky del que se había alejado desde los tiempos de "Off the Wall".

En Speed Demon el nivel de brillantez baja ligeramente respecto al resto, en su defensa hay que alegar la rotundidad de los arreglos y los teclados, el toque funky de la guitarra y sobre todo el brillante puente en falsete de Michael Jackson, pero el veredicto sigue siendo "culpable" de ser una de las dos únicas canciones del disco que pueden hacernos fruncir el ceño y generarnos dudas.

Liberian Girl es la primera de las dos grandes baladas del disco. Dulce canto de amor a una mujer de Liberia en el que la voz suave de Michael Jackson destaca brillantemente, arropada por un ritmo de percusión con toques africanos y el sonido del teclado emulando el rasgado de un arpa. Una canción que habría encajado como un guante de seda en un disco de Sade.


Si la canción sobre la velocidad demoníaca bajaba el nivel pero tenía partes salvables, Just good friends no presenta ningún argumento de defensa por el que ningún jurado pueda salvarla de la quema. Repite sin gracia la misma fórmula utilizada en "Thriller" con "The girl is mine", un dúo con artista famoso (allí Paul McCartney, aquí Stevie Wonder) basado en la discusión sobre si una chica les quiere o no. Adicionalmente, ya era la segunda vez que Michael equivocaba la canción a elegir en el acuerdo al 50%, Say Say Say fue a parar al disco de Paul de aquel año y es mucho mejor que The girl is mine, y aún es más evidente la diferencia entre el single de éxito Get it del disco de Stevie y esta canción. La condena fue ser el único tema del disco que no salió como single,

Another part of me recupera la chispa y la energía gracias a su vibrante ritmo y al trabajo de los teclados. Una canción sencilla pero de nuevo pegadiza y efectiva, y solvente para el directo como demuestra el hecho de que su video de promoción fuera un directo puro sin recurrir a mezclar imágenes en vivo con la canción original.

Man in the mirror es una de las mejores canciones del disco, y el único de los cortes que no viene firmado por Michael Jackson. El tema fue compuesto por Siedah Garrett, y en la voz de Michael se convirtió en uno de los temas míticos del cancionero del autoproclamado "Rey del Pop". No podía faltar en un disco de "Jacko" un tema protesta contra el hambre, las injusticias y el rumbo al que estamos conduciendo este mundo nuestro.


Quizá como recompensa o parte del acuerdo por la cesión de la canción anterio, es Siedah Garrett la que interpreta, a dúo con Michael, I just can't stop loving you, el segundo tema lento del disco, y el más brillante de los dos. Las dos voces empastan a la perfección y la canción tiene uno de los estribillos más memorables de los que Michael escribió. No en vano fue el single de lanzamiento antes de que saliera el disco.

Dirty Diana es el tema rock del disco, Michael tira de nuevo de fórmula y no se olvida de meter siempre un tema en el que, apoyado por un gran guitarrista, las guitarras exploten para satisfacer a su público más "blanco" y rockero. Sus gemelas de otros discos son, por ejemplo, Beat it con Eddie Van Halen, o Give in to me con Slash. El tema es brillante, y salió respaldado de un brillante video en falso directo y de la polémica sobre quién era la "sucia Diana" del cuento. ¿Lady Di o (más probablemente) Diana Ross? El interés en esta duda siempre me ha durado lo que tarda en comenzar la siguiente canción.

Smooth Criminal es la brillante coda final para un disco grande. Me atrevería a decir que es el mejor tema del disco. Al oírlo, te olvidas por completo de Diana y te centras en saber si Annie está OK. El criminal de guante blanco es tan brillante y sigiloso que te roba el corazón, ese que suena al comienzo del tema, sin que te des cuenta. Al final de la canción eres ya, sin remedio, otro fan más que unir a la lista.

Habrá que ir cerrando, y quizá mencionar Leave me alone, el tema extra en la versión CD, y lamentar de paso que no eligiera esta defensa contra el acoso de los paparazzi en lugar del Just good friends perpetrado junto a Stevie Wonder. Mucho mejor este grito de rabia en el que reclamaba: "Déjame en paz". Al fin y al cabo, es lo mismo que mi padre me decía cuando, con toda la familia en el coche camino de la playa, yo pretendía que sacara el cassette de Juan Pardo para poner el Bad de Michael Jackson.

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